Iba a abrir y entraba por la
puerta ámbar y blanco a la biblioteca absurda y obstinada, buscando una buena burbuja nauseabunda con habilidad.
Tuve un antojo y anduve en
la calle. Después estuve en el octavo piso, sector nueve, de la nueva nave industrial,
donde el vicepresidente, el vicario y el vizconde juegan a los videojuegos
mientras advierten a los inversores de no asustar a los esquivos animales omnívoros ni a las criaturas carnívoras.
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